miércoles, 16 de enero de 2008

Canon

Aunque escasas, las discusiones literarias afloraban de vez en cuando en la sala de Literatos. Tales discusiones fuera de las poses eruditas o de la rapidez de cortar y pegar desde Google, dejaban entrever que la sala tenía una lista oficial de lecturas obligadas, un Canon al que había que ceñirse si uno quería ser respetado.

Por coincidencia, o tal vez por las mayorías del cono Sur en la sala, el libro número uno del Canon parecía ser Rayuela de Julio Cortázar.

A Cortázar lo había conocido a través de cuentos cortos pero jamás lo había leído en novela, de hecho Rayuela estaba en mi lista de espera. En ese entonces andaba leyendo a Eco, y entre el Nombre de la Rosa y el Péndulo de Foucault tenía material para un buen rato.

La obsesión con Rayuela por parte de muchos miembros de la sala rayaba en lo enfermizo. Al principio era interesante observar como algunos humanos se podían apegar tanto a un solo trabajo literario, desafortunadamente con el paso del tiempo tanto "fanboyismo" terminó por causarme náusea y de la lista de espera, Rayuela pasó al olvido. Se hablaba tanto de ese libro en la sala, de sus intertextualidades, de su tiempo no lineal, de su genialidad, de su capacidad descriptiva, de su final recursivo, de sus personajes metafóricos, mejor dicho para qué leer un libro al que ya habían despedazado y analizado, y cuya autopsia se revelaba noche a noche en la sala. Todo el trabajo de lector ya había sido realizado por otros, el libro no me necesitaba.

Tuvieron que pasar muchos años, y la desaparición de la sala, antes de atreverme a abrir ese ejemplar que una bella amiga me trajo desde Barcelona, el cual guardó polvo por casi una década. Terminado el doble ejercicio de leer el libro (porque vale la pena leerlo en dos órdenes diferentes) me queda un buen recuerdo de Cortázar y de su prosa poética, las intertextualidades, las metáforas, los finales recursivos, todos pasan a un segundo plano, la obra se disfruta por lo que es, por su esencia, todo lo demás, una simple excusa para pasar de Literato en Literatos.

jueves, 10 de enero de 2008

Literatura y Sociedad

Entre la muerte de un mundo y el nacimiento de otro en la sala de Literatos a veces podían pasar varias horas.

Horas enteras de silencio, o de vacíos mensajes que seguían el patrón de: "alguién ha visto a tal y tal nick ?" que por supuesto provenían de usuarios totalmente desconocidos preguntando por gente aún más desconocida.

Yo, tal vez como muchos más en la sala, me solía conectar desde mi sitio de trabajo en las tardes con la esperanza de encontrar a alguién conocido. Lo que encontraba la mayor parte del tiempo era desolación. Al parecer la mayoría de mis amigos virtuales tenían mejores cosas que hacer(como estudiar) o se tomaban mucho más en serio la cuestion de trabajar. Qué hacer entonces con tanto tiempo en mis manos y una sala vacía ?

La respuesta: La Sociedad de los Poetas Vivos. Una sala itinerante creada por usuarios y habitada por gente que al parecer le encantaba la poesía (sí nos tomamos bien a pecho el título). Por varias semanas ignoré la sala dada mi hostilidad natural hacia todo lo que suene a poesía, pero al final pudo más el aburrimiento y finalmente hice el cross over.

Me costó bastante trabajo ajustarme a la sobredosis de dulzura que la sala producía. Abrazos por aquí, rosas por acá, besos por allá. De hecho aún hoy en día me cuestra trabajo. Pero lo importante es que era una sala muy activa precisamente cuando Literatos estaba en transición horaria.

Así como en la sala de literatos no se hablaba casi nunca de literatura, de igual forma la buena poesía era bien escaza en la Sociedad de Poetas. Aunque le abono a sus participantes las buenas intenciones que tenían y el esfuerzo que realizaban. Probablemente al cabo de varios años alguno de ellos haya logrado madurar en un buen poeta.

Mi presencia allí se limitaba a leer los copiosos versos que llovían de todas direcciones y aunque la mayoría de ellos carecían de verdadero sentido poético, al menos me distraían y me permitían tratar de arrancar temas de conversación. A diferencia de los ComePoetas, mi intención no era interrumpir la buena o mala poesía que allí se escribía, sino más bien crear un mini-Literatos al menos mientra la sala principal se movía de nuevo.

Reconozco que los poetas vivos jamás mordieron el anzuelo, y que todas mis inquietudes existencialistas se quedaron incompletas, aunque eso sí, cualquiera de mis intentos por desmitificar la existencia del alma eran seguidos por incontables versos que hablaban de ella. Los poetas siempre fieles a su oficio.

Allá me quedaba hasta que algún mensaje privado me regresaba a Literatos, fin de una transición y comienzo de un mundo nuevo. En Literatos la vida era más dura y la piel se hacía más gruesa. En secreto, me alegraba empezar la noche con algo de dulzura que se venía colada desde ese universo alterno. Eso, por supuesto, jamás lo supieron mis eruditos amigos de Literatos, esa herejía me la he guardado todos estos años. Ojalá no me la cobren ahora.

Salud por los poetas!, y de paso pido excusas por el tiempo que he tardado en postear de nuevo.